El fuego fue un elemento que el hombre veneró desde el principio de los
tiempos.
De esa veneración nació la
libanomancia, también conocida como capnomancia e ignispecia, la cual se trata
de la observación del humo que surge de un fuego, de objetos que se queman o de
incienso con fines adivinatorios.
Los babilonios y los griegos que
efectuaban esta forma de adivinación observaban cómo el humo se levantaba de la
comida que ardía en ofrendas y sacrificios a sus deidades con especial atención
en la forma que adquiría y la dirección que tomaba lo cual les ayudaba a
acertar en hechos futuros.
Muchas culturas han practicado ritos
similares. Los semang de Malasia, un pueblo nómada, encendían una fogata antes
de acampar cada noche. Si el fuego se elevaba directamente hacia el cielo, el
lugar era seguro. Si se inclinaba hacia la selva, había peligro de ser atacado
por los tigres, y entonces se elegía otro sitio.
Aunque éstas son técnicas muy
antiguas, las formas modernas todavía se usan. Una de ellas se conoce como
"lectura del humo" en la cual se enciende una vela, se pasa un trozo
de cartulina blanca por la llama tres veces mientras se formula una pregunta
(que tenga una respuesta sí o no) lo cual debe realizarse de forma rápida para
evitar que la tarjeta se encienda completamente. Si el humo se presenta recto, la respuesta es
positiva, pero si se inclina, es negativa.
Existen muchas otras técnicas
antiguas. Encienda una fogata en un sitio seguro mientras formula una pregunta
binaria que conlleve una respuesta sí o no. Observe el humo. Si se levanta de
modo ligero y en el centro, se ha recibido una respuesta positiva. Sin embargo,
si flota pesadamente alrededor del fuego, la respuesta es negativa.
El segundo método de capnomancia
involucra quemar objetos específicos y observar el humo que se levanta de
ellos. Al formular su pregunta, lance un puñado de semillas de amapola a los
carbones ardientes de una fogata a punto de extinguirse. Las respuestas se leen
del modo descrito en el párrafo anterior.
Alternativamente, arroje un puño de
aserrín de cedro (se puede obtener en la mayoría de tiendas de animales y en
muchos supermercados) a las brasas mientras hace su pregunta y, una vez más,
lea los augurios según el método de la fogata descrito arriba. Esta adivinación
es de origen babilonio.
Una técnica más sencilla no requiere
nada más exótico que quemar una varita de incienso. Aunque se puede usar
cualquier tipo de incienso, la madera de sándalo parece producir los mejores
resultados. Sostenga la varita de incienso entre sus manos y formule su
pregunta. Enciéndala, colóquela en el incensario y observe el humo. Si se eleva el humo del incienso hacia la
derecha, la respuesta es sí; si lo hace hacia la izquierda, no.
Muchos pueblos antiguos utilizaron no sólo la
adivinación mediante el humo del fuego sino de las cenizas que dejaba, ya que
respetaban enormemente la ceniza al considerarla producto de las propiedades de
transformación del fuego. Y aún se les puede utilizar para determinar el
futuro.
Recoja las cenizas de fogatas apagadas
o de la chimenea. Afuera, en un lugar donde el viento regularmente sopla en
algún momento, esparza una buena cantidad de cenizas formando un rectángulo en
el suelo. Mientras formula su pregunta relacionada con el futuro, escriba sí
con su dedo en la parte derecha de las cenizas, y no en la parte izquierda. No
las toque durante toda la noche.
A la mañana siguiente, estudie las
cenizas. Si ambas palabras son claramente legibles, no es posible ninguna
respuesta por el momento. Si una ha sido borrada por rastros de animales, el
viento o alguna otra fuerza, la palabra sobrante revela la contestación a su
pregunta. Si ambas palabras han desaparecido, no se ha proporcionado ninguna
respuesta.
También puede escribir en las cenizas
dos o tres palabras que resuman su pregunta, tales como "Mudanza mes
próximo". A la mañana siguiente probablemente encontrará que algunas
palabras han sido destruidas. Junte las palabras sobrantes para revelar el
futuro.
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