Sois muchos los que me estáis preguntando por qué en Brujería tradicional los 4 elementos se sitúan en puntos cardinales completamente diferentes a los de la Wicca. Es una pregunta muy interesante pues da lugar a la reflexión. De hecho fue una de las cosas que más me llamaron la atención al estudiar la Wicca.
Como muchos de vosotros ya sabéis, la Wicca es una religión,
la brujería no lo es. Gerald B. Gardner, fundador de la Wicca, fue miembro de
la orden hermética de la Golden Dawn, estuvo muy influenciado por el ocultismo
de Aleister Crowley y desde luego, por la Masonería, sistemas todos basados en
dogmas y rituales de la Alta Magia, no de brujería. La Wicca, por tanto, bebe
directamente de la Magia de Enoch o Magia enoquiana, donde cada arcángel está
identificado con los 4 elementos y los 4 puntos cardinales con los que sus
practicantes forman un círculo de poder. La magia enoquiana consagra los cuatro
elementos de la forma que todo el mundo conoce:
Norte = Tierra
Sur = Fuego
Este = Aire
Oeste = Agua
Pero este sistema no tiene nada que ver con la brujería
tradicional y con otras tradiciones paganas europeas. Porque recordemos, como
ya hemos explicado en otras ocasiones, que la brujería tradicional proviene de
grupos reducidos de personas, personas o familias dedicadas al Arte durante
generaciones y que lo llevan haciendo además desde hace siglos. En la brujería
tradicional, y desde luego la brujería del cerco entra dentro de la misma,
colocamos los elementos como sigue:
Norte = Aire
Sur = Tierra
Este = Fuego
Oeste = Agua
Para explicar por qué razón colocamos así los elementos,
hemos de visualizar el mapa de Europa, que es la cuna del propio Arte. Unas
tierras donde las personas que se dedicaban a la práctica del Oficio estaban en
íntimo contacto y vivían observando la naturaleza porque su supervivencia
dependía de ello… unos tiempos donde el conocimiento se transmitía con el boca
a boca desde un lugar donde todo era asimilado, no aprendido. Es lógico que
situaran al Norte el elemento Aire.
Porque desde el Norte soplaban los grandes vientos, vientos
gélidos que les incoaban a buscar refugio y, desde luego, a almacenar el
suficiente alimento para aquellos días en los que los vientos soplaban y
aullaban con fuerza. Pero al Sur… Al sur se encontraban las tierras cálidas y,
por lo tanto, fértiles, abundantes, exuberantes… tierras verdes de enorme
riqueza. La Dama se vestía de verde y brillaba en todo su esplendor. Es lógico
que situaran al sur el elemento Tierra.
Por el Este, no solo en Europa sino en todo el planeta, sale
el sol cada mañana. El primer atisbo de luz, de fuego y de calidez del día es
gracias a los primeros rayos del sol que surgen por el Este cada amanecer. En un
mundo frío como los siglos pasados, la importancia del sol era mayor que la que
ahora le otorgamos. Lógico también que situaran el Fuego en el Este.
En la vieja Europa, hace ya muchos siglos, los viajeros y
sobre todo los peregrinos que hacían el Camino de Santiago se hacían lenguas
con todas las leyendas que rodeaban la extraordinaria, por desconocida,
existencia del Mar Tenebroso, las grandes aguas que se encontraban al Oeste,
más allá del Finisterre: algunos decían que el agua, allá donde se pierde la
vista, caía por un abismo vertical donde se decía, acababa el mundo.
Como todo en la brujería, el conocimiento surge de la
observación y crece y se hace en el quehacer cotidiano.
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