Dado que el Budismo considera que morir, lo que se dice
morir para siempre, es un privilegio sólo reservado a los que alcanzan la
calidad de Buda, suicidarse no es desaparecer definitivamente sino sólo cambiar
de estado.
La rueda de la vida no se interrumpe, ya que las formas
vivientes son múltiples. La consciencia transmigra girando en una rueda sinfín
hasta que la voluntad humana puede, por fin, hacerla cesar.
"El Budismo no ve la muerte como el fin de la vida,
sino simplemente como una transición; el suicidio no es, por lo tanto, un
escape de nada."
De ahí que en los primeros tiempos de la historia del
budismo, hace unos 2500 años, el suicidio fuera visto como una "acción
inapropiada" en el caso que fuera hecha con el fin de huir de los
problemas de esta vida.
Sin embargo: "los textos budistas tempranos incluyen
muchos casos de suicidio que Buda mismo aceptó y perdonó. Por ejemplo, los
suicidios de Vakkali (Sutta Vibhanga, Vinaya III) y de Channa (Majjhima Nikaya
III) se cometieron a causa de enfermedades dolorosas e irreversibles. Es
significativo, sin embargo, que la alabanza de Buda a los suicidas no se basa
en el hecho de que éstos estuvieran en estados terminales, sino más bien en que
sus mentes carecían de egoísmo y de deseos, y estaban iluminadas en el momento
de la muerte."
Existen muchas anécdotas registrada en diferentes sutras
donde Buda acepta, por diferentes razones, el suicidio de adeptos. En todas
ellas lo común es la voluntad de no escapar a un problema, o ser el resultado
de la cólera o el miedo.
"(...) Aquí lo importante no es si estos relatos son
todos ellos hechos históricos o no, sino que demuestran la posición consistente
del Budismo frente al suicidio: no hay nada intrínsecamente erróneo en quitarse
la propia vida, si no se hace con odio, furia o miedo. El asunto principal es
la ecuanimidad o el estado de preparación de la mente."
Si descartamos estos estados negativos ¿Por qué una persona
puede decidir quitarse la vida? Un caso podría ser el enfrentarse con una
enfermedad mortal con un pronóstico cierto de fuerte sufrimiento, y carga
física y emocional desmesurada para los parientes más cercanos, como los casos
de Vakkali y Channa antes mencionados. Otros casos que se incluyen en los textos
Budistas ya no tienen relación con enfermedades terminales sino con estados de
la mente que resultan poco accesibles (y en este sentido sin efectos prácticos)
para las personas comunes.
"En resumen, el Budismo se da cuenta de que la muerte no es el fin de nada, sino una transición. El Budismo ha reconocido desde hace mucho tiempo los derechos de las personas a determinar cuándo deberían pasar de esta existencia a la siguiente. La consideración importante aquí no es si el cuerpo vive o muere, sino si la mente puede permanecer en paz y armonía consigo mismo."
Lo que nos interesa contrastar es que, contra el pensamiento
habitual, no todas las religiones de alcance mundial prohíben o condenan
expresamente el suicidio. Todas, que sepamos, incluyen fuertes limitaciones
para realizarlo; pero esto es otro aspecto radicalmente diferente de la
cuestión. Lo que discutimos no es su reglamentación, o limitaciones, sino la
esencia mismo del acto. La posibilidad de realizarlo (o de ayudar a otro) en
ciertas condiciones específicas. Algo que nuestra legislación está muy lejos de
recoger.
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