miércoles, 9 de junio de 2021

Suicidio según el catolicismo.

 


El especialista en Derecho Canónico Mauricio Landra explicó que "en los últimos 40 años" la Iglesia modificó su postura respecto al suicidio, que antes era "renunciar a la salvación de Jesús" y ahora considera que pueden gozar del paraíso eterno aún las personas que se quitan la vida, a las que ya no les niega el "rezo de responsos, exequias o una oración en el velorio".

 

"Ayudados por ciencias sociales y humanas como la psicología, la respuesta de la Iglesia cuando una persona se quita la vida -sea sacerdote o no- es que cuando realiza este tipo de actos la persona internamente no es totalmente libre y por lo tanto, voluntario", dijo el sacerdote y exdecano de la Facultad de Derecho Canónico de la UCA ante la consulta de Télam. "Es un pecado pero no hay una responsabilidad completa de la persona porque no es un acto libre y voluntario", agregó.

 

Landra aseguró que el suicidio "antes era sigo de renunciar a la salvación de Jesús, es decir, se negaba a recibir ese regalo" y en muchos lugares, las personas que morían de esta forma "no pasaban por la Iglesia, no había responso, exequias o una oración en el velorio".

 

"Con el tiempo, la Iglesia fue aprendiendo y desde hace 40 años, los sacerdotes cuando nos enteramos de que alguien se quitó la vida, no se duda: se va y se reza por el eterno descanso del fallecido y por el consuelo de la familia", apuntó.

 

Cuando quien se suicida es "una persona consagrada", es decir un sacerdote o una monja, "la situación no difiere de cualquier otro fiel", pero "lo penoso es que tiene una formación y conocimiento mayor".

 

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Si bien no se conocen muchos casos de suicidio en la Iglesia Argentina, "sí ha habido intentos de suicidio", afirmó Landra. "En esos casos, la persona queda bajo el cuidado de la autoridad del Obispo, porque queda vedado de su posibilidad de ejercer el ministerio", indicó.

 

Sin embargo, aclaró que "no se trata de una sanción", sino que se entiende que el religioso "está bajo una profunda depresión" y que, por tratarse de "una cuestión de salud", lo que corresponde es el "acompañamiento" mientras "no está en condiciones de ejercer el ministerio".

 

Otro de los suicidios más resonantes de un sacerdote fue el de Juan Viroche, hallado ahorcado el 5 de octubre de 2016 en su parroquia de La Florida en Tucumán, aunque siempre sobrevoló la hipótesis de un homicidio por sus denuncias contra los narcotraficantes locales.

 

El catecismo católico dedica al suicidio tres artículos en los que sostiene que las personas son "administradores y no propietarios de la vida que Dios nos ha confiado" y por tanto "no disponemos de ella".

 

Si bien se aclara el suicidio "es contrario al amor del Dios vivo" y puede adquirir "la gravedad de escándalo" si se lo realiza "con la intención de servir de ejemplo", los "trastornos psíquicos graves, la angustia, o el temor grave de la prueba, del sufrimiento o de la tortura, pueden disminuir la responsabilidad del suicida".

 

"No se debe desesperar de la salvación eterna de aquellas personas que se han dado muerte. Dios puede haberles facilitado por caminos que Él solo conoce la ocasión de un arrepentimiento salvador. La Iglesia ora por las personas que han atentado contra su vida", concluye este apartado del catecismo católico.

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