viernes, 18 de junio de 2021

RITOS MESTRUALES EN LA TRADICIÓN HISTORICA

 



Se creía que la sangre del útero que nutría al bebé que estaba por nacer poseía “maná”, poder mágico. Y las mujeres eran consideradas un nexo de conexión con el misterio sagrado de la vida y la muerte.

En la tradición norteamericana (sioux, lakotas, sénecas) se llamaba “período de la luna” a la mestruación ya dando cuenta de la relación entre los ciclos de la luna y los ciclos hormonales femeninos. Así como la luna afecta las mareas y el comportamiento de los líquidos, afecta los fluidos del cuerpo. Una mujer cuando mestruaba se la consideraba en su momento más poderoso física y espiritualmente.

“El reposo durante la menstruación era considerado imprescindible para que la persona pueda estar concentrada en los planos espirituales adquiriendo sabiduría”. Ese reposo tiene lugar en una tipi especial llamada “la tienda de la Luna”. Allí todas las mujeres que están menstruando hacen su retiro y se dedican a hacer artesanías, cantar, rezar, meditar o simplemente descansar en busca de su visión. Para ellos durante la menstruación ocurre el despertar de la mujer.

Lara Owen dice al respecto que según esta tradición “ la mujer mestruando está en el auge de sus poderes y no debe desperdiciarlos en tareas mundanas, al contrario, todas sus energías deben ser dirigidas para la meditación concentrada”.

Para los Incas, los mayas y los aztecas “La sangre de luna (mestrual) de la mujer se halla entre las substancias más nutrientes y bio-energetizantes de la Tierra. Puesta sobre una planta, ésta se nutre en profundidad. Nuestras costumbres nativas proponían, durante nuestras ceremonias de siembra y nutrición de las cosechas, que las mujeres en su tiempo lunar se movieran entre las plantas y derramaran su sangre. Nuestras mujeres siempre dieron su sangre honrosamente. Se sentaban sobre el suelo y la donaban directamente o la derramaban sobre musgos que luego depositaban sobre la tierra, para nutrirle y renovarla. Se acompañaban con esta canción:

"Entrego esta sangre de vida a Todas Mis Relaciones y abro mi matriz a la Luz. Entrego esta sangre de vida a Todas Mis Relaciones y abro mi matriz a la Luz. Entrego, entrego, entrego, entrego; abro mi matriz a la Luz."

Para los indios kogis, una sociedad precolombina que sobrevive en algún lugar secreto de la Sierra colombiana, y mantiene casi incambiadas sus costumbres ancestrales el mundo fue creado por la Gran Madre mientras mestruaba: “su sangre es oro y ella permanece en la tierra, es fertilidad”.

Muchas otras tradiciones toman este ritual de sangrar durante la menstruación en la tierra como símbolo de reconexión con la Madre, y donación de algo bueno y nutritivo. En la tradición egipcia la joven menstruaba sobre un poco de musgo de la orilla del río, por ejemplo.

Para los lamas tibetanos la primera mestruación de una joven era la medicina más potente de la comunidad.

Se dice que el lunar rojo que las hindúes se pintan a la altura del entrecejo (en el “tercer ojo” simboliza la visión que las mujeres adquirimos durante el sangrado mestrual.)

De hecho en las tribus norteamericanas cuando la comunidad estaba por tomar una decisión importante a veces se esperaba que las mujeres salieran de su retiro de la Tienda de la Luna para conocer sus visiones del futuro.

Actualmente los shuar (de la selva ecuatoriana) también mantiene un ritual que llaman “pago a la tierra” Éste es un ritual que se realiza una sola vez en la vida, idealmente cerca de la primera menstruación, aunque puede hacerse a cualquier altura de la vida, e incluso luego de la menopausia también las mujeres lo pueden realizar acompañando a alguna mujer que aún esté en su ciclo, claro que sin entregar sangre a la tierra. Es un ritual complejo, con mucha preparación y que continúa con la construcción de un altar para recordar lo sagrado de ese momento. Cuando comienza la mestruación, se dejan gotas de sangre sobre todo el conjunto de ofrendas que muy cuidadosa y detalladamente hay que recoger con determinada intención y “pedidos”.

Al rezar durante la ceremonia se pide con la reconexión con la madre tierra y que el ciclo menstrual esté alineado con los ciclos mayores de la vida, de ese modo “despertamos una memoria en el cuerpo que recuerda que está unido al resto de la naturaleza de una manera armónica”, según palabras de un curandero shuar.


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