El Círculo Mágico es un templo bien
definido pero no físico. Es el espacio sagrado dónde realizaremos nuestros
rituales, hechizos y celebraciones. Cuando practicamos nuestros trabajos de
magia es recomendable trazar un espacio para trabajar y donde las “energías” no
se dispersen; en otras palabras ponemos unas paredes invisibles a nuestro
alrededor.
El círculo se construye con nuestro poder personal, que es sentido y visualizado fluyendo de nuestro cuerpo (mano), a través del cuchillo mágico – Athame – hacia el aire. Cuando está terminado, el círculo es una esfera de energía que abarca toda el área de trabajo. Lo que llamamos círculo, en realidad, es solo la parte de esa esfera que toca el suelo. Podemos colocar algún tipo de marca para ver dónde el círculo termina: una cuerda colocada en forma circular, dibujarlo con tiza, sal gorda, ramas, piedras conchas, cristales e incluso cartas del Tarot. Usa objetos que despierten tu imaginación y estén acordes con el ritual. A menudo se marcan los puntos cardinales con velas prendidas o con herramientas rituales asignadas a cada dirección. El Pentáculo, un tazón de sal o tierra se colocan hacia el Norte (elemento Tierra). El incensario con incienso ardiendo al Este (elemento Aire). Hacia el Sur, una vela prendida o una roca de lava (elemento Fuego). Una taza de agua al Oeste (elemento Agua).
Una vez trazado el Círculo y terminado
como tu hayas elegido, recita el Conjuro para sellarlo.
Y a partir de aquí … empieza tus
rituales!
Para deshacer el círculo: lo primero
que debes hacer es visualizar que la energía con la que has formado el círculo
vuelve a tu mano; una vez ahí puedes dársela al Universo o absorberla, siempre
transformando esa energía en curativa y /o en amor. Después apaga las velas y
guarda las herramientas u objetos que hayas usado.
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