1. Conducta pura
Para un iluminado, bueno y malo son lo mismo. Para quienes
practican Zen, la pureza es importante.
Pureza implica:
∑ demostración de ella a través del cuerpo.
∑ de la conducta mental.
∑ del habla
2. Tranquilidad en la vida
∑ En el aspecto verbal –no alborotar.
∑ En el aspecto mental –no poseer ansiedad.
∑ En el aspecto corporal –no usar la violencia.
En medio del tránsito pesado surgen ansiedades, nervios, las
personas manejan a gran velocidad porque aprecian el tiempo hasta el último
segundo; por eso están intranquilos. Muestran violencia de acción
y o palabra al no soportar a ciertas personas o acciones.
3. Vida segura
Comprendiendo el Zen tendremos seguridad en nuestra vida. La
gente se caracteriza por la falta de seguridad. Se pone nerviosa, se altera,
teme; vivir se torna inestable.
No hay en este mundo algo realmente seguro. Podemos
prevenir, pero no detener con seguridad los desastres. Según el Zen, sabemos
que estos riesgos son naturales, entonces no hay razón para preocuparse. Los
que más se preocupan y temen suelen morir más temprano. Muchos compran armas,
pero esto no les garantiza su seguridad; podemos decir que
los pone en más peligro.
4. Vida estable
La inestabilidad laboral, familiar, matrimonial, todas
pueden subsanarse con postura y posición firme, y con autoconocimiento. Debemos
saber hacia dónde nos dirigimos, sin necesidad de un meta fija.
Hay que mantener una cierta postura aunque no sepamos qué
hacer; comprender cómo somos y cuáles son nuestros límites. Sin una clara
dirección, nosotros equivocamos el camino o vamos en círculos.
Si mantenemos una dirección y vamos en ella rápido o
despacio, llegaremos igual.
Debo saber qué quiero. ¿Hasta dónde llego?..., ese es otro
punto.
Algunos poseen una capacidad innata (por ej: canto), quienes
no la tienen y quieren seguir el canto, tendrán un gran problema, pero con una
buena guía y una dirección firme y clara, pueden obtener grandes logros.
5. Tener una conciencia clara y libre Implica que nuestras
expresiones y demostraciones de afecto sean autocontroladas libremente; no hay
que apegarse a tener, ni sufrir por perder. Si el medio lo permite,
desarrollaremos nuestras esperanzas; si no es así, debemos esperar nuevas
oportunidades para satisfacer nuestras expectativas.
En la vida hay altibajos, éxitos y fracasos. En cierto tiempo un monje encontró ladrones en su camino, quienes le preguntaron si tenía dinero; él les dijo: “¿Qué pretenden?”. La respuesta fue: “El dinero o la vida”. El maestro dijo que prefería conservar su vida y darles el dinero. Ante tal respuesta los ladrones sonrieron por la forma tan fácil en que obtenían dinero, entonces decidieron perdonarlo. Sin pensarlo, el maestro aprovechó el ambiente y les pidió colaboración para un templo que estaba construyendo. Ante semejante pedido, el jefe de la banda encolerizó y le dijo: “Usted no conoce sus límites, le quitaré su dinero y la vida, usted no sabe que vivimos de esto”. La respuesta fue: “Muy bien, ya estoy cansado de la existencia. ¡Quíteme la vida!”. Para el Zen, obtención y pérdida deben ser indiferentes. El jefe se conmovió ante tal desapego a la vida y se dio cuenta de lo bueno que es ser un monje, sin preocuparse por el dinero o la vida, y en ese momento decidió ser un monje él también.
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