Las larvas astrales funcionan como una especie de vampiros,
que se ciñen a nuestro campo energético y trabajan para perpetuar las causas
que les permitieron fijarse en ese lugar.
Pensamientos nocivos o imprudentes y permanecer en estados
emocionales negativos por largo tiempo, como aquellos generados por pérdidas o
secuelas de enfermedades, son algunas de las situaciones que abren la puerta a
estos parásitos.
De igual forma, la descarga energética asociada a un trabajo
espiritual intenso (tarot, limpiezas energéticas), tocar objetos cargados con
intencionalidad por otros (amuletos), o la envidia recurrente de personas en el
entorno, nos hace susceptibles a sus ataques.
RECONOCIENDO LOS SÍNTOMAS DE LOS PARÁSITOS ESPIRITUALES
Reconociendo los síntomas de los parásitos espirituales
Dependiendo del grado de daño en nuestra aura, podemos
detectar los efectos de los parásitos espirituales en ella, en menor o mayor
grado.
Entre los síntomas más conocidos figuran:
dolores de cabeza,
opresión,
ataques de pánico,
depresión,
antojos desmedidos por aquello que puede atentar contra
nuestra salud (alcohol, tabaco, dulces, etc.),
y sensación de peso en el pecho.
Estos signos son fácilmente confundidos con otros, asociados
a distintas patologías, como el estrés, por ello podemos aplicar un sencillo
ritual para determinar si las larvas espirituales están rondándonos.
AGUA, SAL Y LUNA....
Uno de los métodos conocidos y difundidos por los
espiritistas para conocer la presencia de parásitos espirituales, se realiza en
la primera luna llena del mes, contando para ello con un cuenco o vaso de
vidrio o barro, un cristal de cuarzo cristal, agua y sal marina.
Disolver la sal en el agua, dentro del cuenco. Dejar el
cristal dentro del cuenco, con el agua y la sal. Colocarlo bajo la cama durante
siete noches seguidas. Pasado este lapso de tiempo, retirar los elementos y
verificar su estado.
Si el cristal está cubierto de sal cristalizada, indica la
presencia de parásitos espirituales. Es importante, eliminar la piedra y el
agua sin tocarlos, una vez finalizado el ritual, arrojándolos a la basura o una
fuente de agua corriente.
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