miércoles, 20 de enero de 2021

Elementales de la Naturaleza

QUE ES UN ELEMENTAL

 


En esa región etérica, en esa 4a. dimensión viven las criaturas elementales de la naturaleza y esto es algo que debemos comprender profundamente. A tales criaturas se les da el nombre de elementales, precisamente porque viven en los elementos.

 

Sepa usted mi querido amigo, que el fuego está poblado de criaturas elementales; entienda que el aire está también densamente poblado por esa clase de criaturas y que el agua y la tierra están pobladas por esos mismos elementales.

 

No hay árbol que no tenga su criatura elemental de la naturaleza. Las plantas tienen alma, y las almas de las plantas encierran todos los poderes de la Diosa Madre del Mundo...»

 

«Las almas de las plantas son los elementales de la Naturaleza. Estas criaturas inocentes todavía no han salido del Edén, y por lo tanto aún no han perdido sus poderes ígneos. Los elementales de las plantas juguetean como niños inocentes entre las melodías inefables de este gran Edén de la Diosa Madre del Mundo...»

 

 NOMBRES EN LAS DIFERENTES CULTURAS

 

A las criaturas del fuego, desde los tiempos mas antiguos, se les conocía con el nombre de Salamandras; a los elementales del aire se les designa con el nombre de Silfos; a los seres del agua se les llaman Ondinas, Nereidas, Sirenas, etc. etc.; a las criaturas que viven entre las rocas de la tierra se les bautizó con el nombre de pigmeos, gnomos, etc. Es ostensible que la forma de esas criaturas varía muchísimo.

 

Las criaturas elementales de los vegetales antiguamente conocidos con los nombres de silvanos, dríadas, hamadríadas y faunos.

 

Estos elementales de las plantas, que el médico Gnóstico maneja, son los «dussi» de San Agustín, las «hadas» de la Edad Media; los «Dore Oigh» de los galos; los «grove» y «meidens» de los irlandeses; y los «ánime» de los sabios médicos Gnósticos, de nuestros fraters «indios» de la Sierra Nevada de Santa Marta (Colombia).

 

El insigne Maestro Paracelso dá el nombre de «silvestres» a los elementales de los bosques y de «ninfas» a los de las plantas acuáticas.

 

 QUE FORMA TIENEN:

 

Las criaturas del fuego son delgadas y secas, muy semejantes al chapulín o grillo, aunque de tamaño mucho más grande.

 

Las criaturas del aire parecen niños pequeños muy hermosos con rostros sonrosados como la aurora; los elementales del agua tienen diversas formas; algunas parecen como damas inefables, felices entre las olas del inmenso mar, otras tienen formas de sirenas peces, con cabeza de mujer, y por último hay ondinas que juegan con las nubes o moran en los lagos y ríos que se precipitan entre sus lechos de roca.

 

Los gnomos de la tierra, los pigmeos, parecen ancianos con su luenga barba blanca y continente ceremonioso. Ellos viven normalmente en las minas de la tierra o cuidan los tesoros que por ahí subyacen escondidos.

 

Todos estos elementales de la naturaleza son útiles en la gran creación; algunos animan el fuego, otros impulsan el aire formando los vientos, aquellos animan las aguas, estos otros trabajan en la alquimia de los metales dentro de las entrañas de la tierra.

 

LOS YOES QUE DEBEMOS DOMINAR Y SU RELACIÓN CON LOS ELEMENTALES

 

¿Cómo podríamos mandar a los Elementales de la naturaleza si no hemos aprendido a gobernar los Elementales atómicos de nuestro propio organismo?.

 

Las Salamandras atómicas de la Sangre y del Sexo arden espantosamente con nuestras pasiones animales...

 

Los Silfos Atómicos de nuestros propios aires vitales, al servicio de la Imaginación Mecánica Subjetiva (no se confunda esto con la Imaginación Objetiva Conciente), juegan con nuestros pensamientos lascivos y perversos...

 

Las Ondinas atómicas del Sagrado Esperma originan siempre espantosas tempestades sexuales...

 

Los Gnomos atómicos de la carne y de los huesos gozan indolentes con la pereza, glotonería, concupiscencia...

 

 SOBRE EL ESCEPTICISMO Y LOS ELEMENTALES

 

Existen por doquiera muchos bribones del intelecto, sin orientación positiva y envenenados por el asqueante escepticismo.

 

Ciertamente el repugnante veneno del escepticismo contagió a las mentes humanas en forma alarmante desde el Siglo XVIII.

 

Antes de aquel siglo la famosa Isla Nontrabada o Encubierta, situada frente a las costas de España, se hacía visible y tangible constantemente. No hay duda de que tal isla se haya ubicada dentro de la cuarta vertical. Muchas son las anécdotas relacionadas con esta isla misteriosa.

 

Después del Siglo XVIII la citada isla se perdió en la eternidad, nadie sabe nada sobre la misma.

 

En las épocas del rey Arturo y de los caballeros de la mesa redonda, los elementales de la naturaleza se manifestaron por doquiera penetrando profundamente dentro de nuestra atmósfera física.

 

Son muchos los relatos sobre duendes, genios y hadas que todavía abundan en la verde Erim, Irlanda; desafortunadamente todas estas cosas inocentes, toda esta belleza del alma del mundo, ya no es percibida por la humanidad debido a las sabihondeces de los bribones del intelecto y al desarrollo desmesurado del Ego animal.

 

Hoy en día los sabihondos se ríen de todas estas cosas, no las aceptan aunque en el fondo ni remotamente hayan logrado la felicidad.

 

Diversas Obras del Maestro Samael. Enviado por: Susana Margarita Rodríguez Licea “CCQ”

 

La medicina no tiene maestros, la maestra es una sola y ésta es la naturaleza.”

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