jueves, 29 de abril de 2021

Como ser Alquimista Parte XXVII

            VII     La Medicina de Dios

 

            Parte III

 


La medicina de Dios está creada para toda la humanidad, mas sin embargo, no toda la humanidad está dispuesta a medicarse con ese suero Divino. El Cristo histórico de Jesús de Nazaret nos abrió las puertas del Amor, ya que su mensaje así fue. El no solo representó la manera de llegar a lo más alto, sino también dio su carne y su sangre, para quien quiera seguir sus pasos...

 

Mencionamos (otros Cristos) algunos personajes históricos e hiero-históricos: entre los Chinos a Fu-ji; Entre los Mexicanos a Quetzalcóatl; entre los Japoneses el Cristo es Amida; los Eddas germanos citan a Kristos Odín, Wotan y Beleno; entre los Indúes es Krishna; entre los Griegos es Zeus; entre los Romanos Júpiter Tonante; entre los Egipcios es Osiris; Entre los Persas es Ormuz; etc. HERCULES?

 

Si hiciéramos un análisis de los principios religiosos, veríamos con asombro que siempre en todas las religiones de todos los tiempos, estos principios han sido los mismos.

 

El camino es uno, tal como lo dijera Jesús. “Camino estrecho y puerta angosta”. Quedando descartados todos los demás caminos. Pero para reconocer el camino estrecho y poder pasar por la puerta angosta nos es necesario antes que nada, reconocer que estamos totalmente dormidos, y por lo mismo, es urgente despertar.

 

En la medida que seamos humildes, y pidamos por ese despertar de nuestra conciencia, seremos asistidos desde lo alto, sin que nos percatemos de ello..., y en la medida que trabajemos por vivir cada día más acorde a ese despertar de nuestra conciencia; estaremos así mismos más cerca de nuestra realidad, “Pedid y se os dará”.

 

Deberemos medicarnos con el único fármaco que existe, si queremos entrar por la puerta angosta, ¡La negación de uno mismo!. Por lo tanto serían inocuos todas los demás tratamientos, ya que no contienen el verdadero antídoto, ósea, el arrepentimiento sincero. Pero no un arrepentimiento basado en un momento de aflicción, sino un arrepentimiento acompañado de hechos, que demuestren en sí la predisposición para recibir los misterios...

 

Vivir de acuerdo a los principios espirituales en un mundo materialista, no es tarea fácil. Ya que estamos en los tiempos del sueño de la conciencia, en donde por la misma enfermedad, la ilusión de la vida, así como la fantasía, se cometen continuamente ofensas contra la Divinidad, lo que hace que nuestra agonía sea cada día más y más dolorosa.

 

Es menester saber equilibrarse entre lo material y lo espiritual, no se puede divorciar la materia del espíritu, más bien se debe estar entre ambas, sin dejarse atrapar por ninguna de ellas. Dando al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios.

 

Hay medicinas que matan si sus dosis no son adecuadas, y a veces la misma medicina es inapropiada o deficiente, por lo que tendremos que ajustar la cantidad para que surja la sanación del órgano enfermo.

 

Hay que rectificar incesantemente nuestra tintura, para obtener el León Verde. Este León Verde es el bálsamo natural de todos los planetas celestes, y tiene el poder de sanar todas las enfermedades. El León Verde es nuestro ángel interno, nuestro Intimo.

 

El íntimo es nuestro Espíritu, el Ser, el árbol de la vida. El íntimo es el hijo muy amado del Cristo interno. El Cristo interno es el rayo de donde emanó el íntimo mismo. El Cristo interno es uno con el Padre.

 

En Gálatas IV, 19, podemos leer: Hijitos míos, que vuelvo otra vez a estar de parto de vosotros, hasta que Cristo sea formado en vosotros.

 

¿Qué más evidencias necesitamos para comprender que la naturaleza del Cristo, puede ser vehículo de la humana persona para llegar al Padre?

 

Así mismo queremos decir que, quien quiera dar testimonio de cuanto decimos, ponga en práctica la vía de la alquimia, tal como se está enseñando en esta obra, ya que si seguimos teorizando, no pasaremos del estado animal intelectual en el que hoy nos encontramos.

 

El pelícano, alimentando a sus siete polluelos, alegoriza en la alquimia al Cristo, alimentado con su propia sangre a toda la humanidad.


Medicina de Dios, elixir de la larga vida, inmortalidad, después de la resurrección y ascensión. Quien se eleva hasta lo más alto, consigue todos los poderes de la Piedra Filosofal, se convierte por derecho propio en un Gran Elegido, Maestro de Maestros, Luz de Luces.

 

A cada régimen, los filósofos han atribuido una de las divinidades superiores del Olimpo y también uno de los planetas celestes, ( 7, en total) cuya influencia se ejerce de manera paralela a la suya, en el tiempo mismo de su dominio.

 

De acuerdo con la idea generalmente extendida, planetas y divinidades desarrollan su poder simultáneo, según una jerarquía invariable.

 

Al reino de Mercurio (base, fundamento) primer estadio de la Obra, sucede el de Saturno (el anciano, el loco) A continuación, gobierna Júpiter (Unión, matrimonio) y, luego Diana (entero, completo) o la Luna, cuya vestidura brillante tan pronto está tejida con cabellos blancos como hecha de cristales de nieve. Venus, inclinada al verde (Belleza, gracia), hereda entonces el trono, pero pronto le arroja Marte (adaptado, fijo), y este principio belicoso de atavío teñido en sangre coagulada es, a su vez, derrotado, por Apolo (El triunfador), el Sol del Magisterio, emperador vestido de brillante escarlata, que establece definitivamente su soberanía y su poder sobre las ruinas de sus seis predecesores.

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